Ricardo Cases
Orihuela (Alicante)
1971
El palomista invierte en sus palomos tiempo, dinero y esperanzas. Los cría, les pone nombre, los entrena y tiene fe en ellos. Cuando llega el día de la competición acude con la ilusión e incertidumbre de un niño. La colombicultura es un deporte con reglas y árbitros. Los palomos llegan a valer miles de euros y las apuestas mueven mucho dinero. Sin embargo, hay algo de infantil en la fascinación por las aves; el hombre que sostiene un pájaro tembloroso en la mano tiene la misma mirada que tenía a sus 10 años.
-El más macho
Dentro de la colombicultura, existe una variedad genuinamente española: la colombicultura deportiva. El juego es el siguiente: se suelta una paloma y varias decenas de palomos vuelan tras ella compitiendo por sus favores. Aunque ninguno de ellos suele llegar a intimar demasiado, vence el que consigue pasar más tiempo cerca de la hembra. No gana el palomo más atlético, ni el más resistente ni el de raza más pura. Gana el más cortejador, el que más persistencia e instinto reproductor tiene: el más macho.
Criar un palomo campeón supone prestigio y ganancias. Pintado con combinaciones de colores primarios, igual que una bandera o un equipo de fútbol, el palomo seleccionado, criado y entrenado para aparearse se convierte en proyección, en vector volador del palomista, que encarnará ante la comunidad su éxito o fracaso deportivo, económico y sexual. Lejos de sus miserias cotidianas, el colombaire tiene en el universo colombófilo una vida paralela donde puede llegar a lo más alto. Sólo hace falta tener un ave ganadora. El palomista se queda en tierra pero su vector puede volar.
-Antropología de la huerta
El reducido mundo de la colombofilia constituye para el fotógrafo un modelo a escala que reproduce toda una visión de la vida. Sin que los palomistas sean del todo conscientes, su actividad pone en juego elementos como el sexo, el vuelo, la competencia, la ilusión, el triunfo o el fracaso. En los rústicos escenarios de la huerta levantina, las metáforas surgen por sí solas. (Texto de Luis López Navarro, 2010)
Ricardo Cases es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco. En 2006 se une al Colectivo Blank Paper y en el 2009 pone en marcha junto a la diseñadora Natalia Troitiño la editorial Fiesta Ediciones. Es miembro de la plataforma AMPARO desde 2013. y desde 2007 desarrolla su labor como profesor en CASA, Escuela Blank Paper, Instituto Europeo de Diseño y Efti.
Actualmente está representado por las galerías Angeles Baños (Badajoz) and La Fresh Gallery (Madrid), Temple (Paris), EspaceJB (Ginebra) and Dillon + Lee Gallery (Nueva York).
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